Las mujeres que son víctimas de violencia sexual
suelen ser renuentes a informar sobre el crimen a la policía, la familia u
otros. En los países en que la virginidad de la mujer se asocia con el honor de
la familia, las mujeres solteras que notifican una violación pueden ser
obligadas a casarse con el agresor, siendo esto un gravísimo error, ya que esa
unión no es propia del amor puro, sino del descaro de un hombre desvergonzado
que, por satisfacer un repugnante ‘”impulso’’, hace daño a quien menos le
importa.
Algunas pueden ser asesinadas por sus padres o
hermanos avergonzados, como una manera de restablecer el honor de la familia.
En algunos países, una mujer que ha sido violada puede ser encausada y
encarcelada por cometer el "delito" de tener relaciones sexuales
fuera del matrimonio, en caso de no poder demostrar que el incidente fue en
realidad una violación.
El silencio se convierte en nuestro peor enemigo y en
el mejor aliado para repetir los abusos
La víctima del abuso cree que tiene que ocultarlo
porque teme ser señalada como culpable, siente vergüenza de ser mirada/o como
"un ser diferente", aislándose de los demás para evitar críticas que
la dañen aún más. Al quedarse callada(o) la víctima está favoreciendo al
agresor y ayudándolo, dejándolo libre, a hacerle lo mismo a otras personas.
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